El 3 de junio de 1992 una niña de 13 años llamada Severn Suzuki, que a los 10 años había fundado ECO (Environmental Childrens Organization) con un grupo de amigos en Vancouver (Canadá), se desplazó, junto con otros niños pertenecientes a ECO, desde su ciudad hasta la Conferencia de Medioambiente y Desarrollo "The Earth Summit" que la ONU celebraba en Río de Janeiro (Brasil). Una vez allí pronunció el siguiente discurso. Han pasado más de veinte años y el discurso sigue siendo actual.
"Hola, soy Severn Suzuki representante de ECO (Environmental Children’s Organisation), Organización Infantil del Medio Ambiente. Somos un grupo de niños de 13 y 14 años de Canadá que intentamos lograr un cambio: Vanessa Suttie, Morgan Geisler, Michelle Quigg y yo.
Nosotros mismos hemos recaudado el dinero para venir aquí, y deciros a vosotros, adultos, que tenéis que cambiar vuestra forma de actuar. No he venido aquí a hablar de mis objetivos. Lucho por mi futuro.Perder mi futuro no es como perder unas elecciones o unos puntos en el mercado de valores.
Estoy aquí para hablar en nombre de todas las generaciones por venir. Estoy aquí para hablar en defensa de los niños hambrientos del mundo cuyos lloros siguen sin oírse. Estoy aquí para hablar por los incontables animales que mueren en este planeta porque no les queda ningún lugar adonde ir. No podemos soportar no ser oídos.Tengo miedo de tomar el sol a causa de los agujeros en la capa de ozono.
Tengo miedo de respirar el aire porque no sé qué sustancias químicas hay en él. Solía ir a pescar a Vancouver, mi hogar, con mi padre hasta que hace unos años encontramos un pez lleno de tumores. Y ahora oímos que los animales y las plantas se extinguen cada día, desvaneciéndose para siempre.Durante mi vida, he soñado con ver las grandes manadas de animales salvajes y las junglas y bosques repletas de pájaros y mariposas, pero ahora me pregunto si existirán siquiera para que mis hijos los vean.¿Se tuvieron que preguntar ustedes estas cosas cuando tenían mi edad?Todo esto ocurre ante nuestros ojos y seguimos actuando como si tuviéramos todo el tiempo que quisiéramos y todas las soluciones.
Soy sólo una niña y no tengo todas las soluciones, pero quiero que se den cuenta: ustedes tampoco las tienen.No saben cómo arreglar los agujeros en nuestra capa de ozono. No saben cómo recuperar los salmones de las aguas contaminadas. No saben cómo resucitar un animal que se ha extinguido. Y no pueden recuperar los bosques que antes crecían donde ahora hay desiertos.Si no saben como arreglarlo, por favor, dejen de estropearlo más.Aquí, deben de estar como delegados de gobiernos, gente de negocios, organizadores, reporteros o políticos, pero en realidad sois madres y padres, hermanos y hermanas, tías y tíos, y todos vosotros sois el hijo de alguien.Aún soy sólo una niña, y sé que todos somos parte de una familia formada por cinco billones de miembros, de hecho por treinta millones de especies, y todos compartimos el mismo aire, agua y tierra. Las fronteras y los gobiernos nunca cambiarán eso.Aún soy sólo una niña, y sé que todos estamos juntos en esto y debemos actuar como un único mundo tras un único objetivo.En mi rabia no estoy ciega, y en mi miedo no estoy asustada de decir al mundo cómo me siento.En mi país derrochamos tanto…
Compramos y despilfarramos, compramos y despilfarramos, y aún así los países del Norte no compartimos con los necesitados. Incluso teniendo más que suficiente, tenemos miedo de perder parte de nuestros bienes, tenemos miedo de compartir.En Canadá vivimos una vida privilegiada, plena de comida, agua y protección. Tenemos relojes, bicicletas, ordenadores y televisión.Hace dos días, aquí en Brasil, nos soprendimos cuando pasamos algún tiempo con unos niños que viven en la calle. Y uno de esos niños nos dijo: “Desearía ser rico, y si lo fuera, daría a todos los niños de la calle comida, ropas, medicinas, hogares y amor y cariño”.Si un niño de la calle que no tiene nada está deseoso de compartir, ¿por qué somos nosotros, que lo tenemos todo, tan avariciosos?No puedo dejar de pensar que esos niños tienen mi edad, que el lugar donde naces marca una diferencia tremenda, que podría ser uno de esos niños que viven en las favellas de Río; que podría ser un niño muriéndose de hambre en Somalia; una víctima de la guerra en Oriente Medio o un mendigo en India.Aún soy sólo una niña, pero sé que si todo el dinero gastado en guerras se utilizara para acabar con la pobreza y buscar soluciones medioambientales, qué lugar tan maravilloso sería la Tierra.En la escuela, incluso en la guardería, nos enseñan a comportarnos bien en el mundo. Ustedes nos enseñan a no pelear con otros, a arreglar las cosas, a respetarnos, a enmendar nuestras acciones, a no herir a otras criaturas, a compartir y a no ser avariciosos. ¿Entonces por qué salen fuera y se dedican a hacer las cosas que nos dicen que no hagamos?No olviden por qué asisten a estas conferencias, lo hacen porque nosotros somos sus hijos. Están decidiendo el tipo de mundo en el que creceremos. Los padres deberían poder tranquilizar a sus hijos diciendo: “todo va a salir bien”, “esto no es el fin del mundo” y “lo estamos haciendo lo mejor que podemos”.Pero no creo que puedan decirnos eso más. ¿Estamos siquiera en su lista de prioridades? Mi padre siempre dice: “Eres lo que haces, no lo que dices”.Bueno, lo que ustedes hacen me hace llorar por las noches.
Ustedes, adultos, dicen que nos quieren.
Os desafío: por favor, haced que vuestras acciones reflejen vuestras palabras. Gracias"