viernes, 8 de agosto de 2014

Tu verdad

Cuando Han-fei cruzó el Gran Río y entró en el Reino de los Dioses caminó mucho sin encontrar a nadie, con los ojos fijos en el suelo, para no ofender a nadie con quien tropezara mirándole sin su permiso. Al final llegó a una playa y esta se abría a un gran lago oscuro y tranquilo, como un espejo, y hermoso. Más hermoso aún era lo que veía en él: gloriosas cumbres de montaña, hilera tras hilera, que se elevaban majestuosas y estaban coronadas de nieve, tan elevadas que el cielo sobre ellas estaba eternamente punteado de estrellas. "¡Oh, que hermoso!" exclamó, y cayó de rodillas en gesto de adoración. Y una voz le dijo: "Esta es la imagen, Han-fei, ahora levanta la mirada y contempla la verdad". Y Han-fei levantó la mirada, y las montañas eran reales y rodeaban el lago en toda su majestad y no les molestaba que las mirara, y las conoció y las amó.

Puede ser que lo que compartías con la Pequeña Emperatriz sólo sea un reflejo de algo mayor y más verdadero que vendrá a ti, quizá ella llegó a ti para enseñarte el camino. Puede que fuera la imagen sobre la que ahora debes construir tu verdad.

Alma Alexander / "El lenguaje secreto del Jin-Shei"

sábado, 12 de octubre de 2013

La niña que silenció a la O.N.U

El 3 de junio de 1992 una niña de 13 años llamada Severn Suzuki, que a los 10 años había fundado ECO (Environmental Childrens Organization) con un grupo de amigos en Vancouver (Canadá), se desplazó, junto con otros niños pertenecientes a ECO, desde su ciudad hasta la Conferencia de Medioambiente y Desarrollo "The Earth Summit" que la ONU celebraba en Río de Janeiro (Brasil). Una vez allí pronunció el siguiente discurso. Han pasado más de veinte años y el discurso sigue siendo actual.


"Hola, soy Severn Suzuki representante de ECO (Environmental Children’s Organisation), Organización Infantil del Medio Ambiente. Somos un grupo de niños de 13 y 14 años de Canadá que intentamos lograr un cambio: Vanessa Suttie, Morgan Geisler, Michelle Quigg y yo.

Nosotros mismos hemos recaudado el dinero para venir aquí, y deciros a vosotros, adultos, que tenéis que cambiar vuestra forma de actuar. No he venido aquí a hablar de mis objetivos. Lucho por mi futuro.Perder mi futuro no es como perder unas elecciones o unos puntos en el mercado de valores.

Estoy aquí para hablar en nombre de todas las generaciones por venir. Estoy aquí para hablar en defensa de los niños hambrientos del mundo cuyos lloros siguen sin oírse. Estoy aquí para hablar por los incontables animales que mueren en este planeta porque no les queda ningún lugar adonde ir. No podemos soportar no ser oídos.Tengo miedo de tomar el sol a causa de los agujeros en la capa de ozono.

Tengo miedo de respirar el aire porque no sé qué sustancias químicas hay en él. Solía ir a pescar a Vancouver, mi hogar, con mi padre hasta que hace unos años encontramos un pez lleno de tumores. Y ahora oímos que los animales y las plantas se extinguen cada día, desvaneciéndose para siempre.Durante mi vida, he soñado con ver las grandes manadas de animales salvajes y las junglas y bosques repletas de pájaros y mariposas, pero ahora me pregunto si existirán siquiera para que mis hijos los vean.¿Se tuvieron que preguntar ustedes estas cosas cuando tenían mi edad?Todo esto ocurre ante nuestros ojos y seguimos actuando como si tuviéramos todo el tiempo que quisiéramos y todas las soluciones.

Soy sólo una niña y no tengo todas las soluciones, pero quiero que se den cuenta: ustedes tampoco las tienen.No saben cómo arreglar los agujeros en nuestra capa de ozono. No saben cómo recuperar los salmones de las aguas contaminadas. No saben cómo resucitar un animal que se ha extinguido. Y no pueden recuperar los bosques que antes crecían donde ahora hay desiertos.Si no saben como arreglarlo, por favor, dejen de estropearlo más.Aquí, deben de estar como delegados de gobiernos, gente de negocios, organizadores, reporteros o políticos, pero en realidad sois madres y padres, hermanos y hermanas, tías y tíos, y todos vosotros sois el hijo de alguien.Aún soy sólo una niña, y sé que todos somos parte de una familia formada por cinco billones de miembros, de hecho por treinta millones de especies, y todos compartimos el mismo aire, agua y tierra. Las fronteras y los gobiernos nunca cambiarán eso.Aún soy sólo una niña, y sé que todos estamos juntos en esto y debemos actuar como un único mundo tras un único objetivo.En mi rabia no estoy ciega, y en mi miedo no estoy asustada de decir al mundo cómo me siento.En mi país derrochamos tanto…

Compramos y despilfarramos, compramos y despilfarramos, y aún así los países del Norte no compartimos con los necesitados. Incluso teniendo más que suficiente, tenemos miedo de perder parte de nuestros bienes, tenemos miedo de compartir.En Canadá vivimos una vida privilegiada, plena de comida, agua y protección. Tenemos relojes, bicicletas, ordenadores y televisión.Hace dos días, aquí en Brasil, nos soprendimos cuando pasamos algún tiempo con unos niños que viven en la calle. Y uno de esos niños nos dijo: “Desearía ser rico, y si lo fuera, daría a todos los niños de la calle comida, ropas, medicinas, hogares y amor y cariño”.Si un niño de la calle que no tiene nada está deseoso de compartir, ¿por qué somos nosotros, que lo tenemos todo, tan avariciosos?No puedo dejar de pensar que esos niños tienen mi edad, que el lugar donde naces marca una diferencia tremenda, que podría ser uno de esos niños que viven en las favellas de Río; que podría ser un niño muriéndose de hambre en Somalia; una víctima de la guerra en Oriente Medio o un mendigo en India.Aún soy sólo una niña, pero sé que si todo el dinero gastado en guerras se utilizara para acabar con la pobreza y buscar soluciones medioambientales, qué lugar tan maravilloso sería la Tierra.En la escuela, incluso en la guardería, nos enseñan a comportarnos bien en el mundo. Ustedes nos enseñan a no pelear con otros, a arreglar las cosas, a respetarnos, a enmendar nuestras acciones, a no herir a otras criaturas, a compartir y a no ser avariciosos. ¿Entonces por qué salen fuera y se dedican a hacer las cosas que nos dicen que no hagamos?No olviden por qué asisten a estas conferencias, lo hacen porque nosotros somos sus hijos. Están decidiendo el tipo de mundo en el que creceremos. Los padres deberían poder tranquilizar a sus hijos diciendo: “todo va a salir bien”, “esto no es el fin del mundo” y “lo estamos haciendo lo mejor que podemos”.Pero no creo que puedan decirnos eso más. ¿Estamos siquiera en su lista de prioridades? Mi padre siempre dice: “Eres lo que haces, no lo que dices”.Bueno, lo que ustedes hacen me hace llorar por las noches.

Ustedes, adultos, dicen que nos quieren. 
Os desafío: por favor, haced que vuestras acciones reflejen vuestras palabras. Gracias"


jueves, 19 de septiembre de 2013

Y por escrito

Esto, que me quede claro, que no significa nada,
ha sido abrazarte como un niño en el sofá,
esperar a que termine la película,
y te he besado en los labios lentamente.

He cubierto tu cuerpo de caricias,
he surcado con mis manos tu cintura,
recorrido cada poro de tu cuerpo
con mis labios.

Y me abrazabas
mientras me iba deshaciendo de tu ropa,
mientras iba descubriendo tu hermosura
en plenitud.

Esto, después de diez meses de sueños
y cinco de intentos negados,
me queda claro, no ha sido nada.

Pero es lo que tiene liarse con un poeta,
que luego lo cuenta, y por escrito.

- Jorge Barco

martes, 17 de septiembre de 2013

Cuando sepas de mí

Cuando sepas de mí, tú disimula. No les cuentes que me conociste, ni que estuvimos juntos, no les expliques lo que yo fui para ti, ni lo que habríamos sido de no ser por los dos. Primero, porque jamás te creerían. Pensarán que exageras, que se te fue la mano con la medicación, que nada ni nadie pudo haber sido tan verdad ni tan cierto. Te tomarán por loca, se reirán de tu pena y te empujarán a seguir, que es la forma que tienen los demás de hacernos olvidar.

Cuando sepas de mí, tú calla y sonríe, jamás preguntes qué tal. Si me fue mal, ya se ocuparán de que te llegue. Y con todo lujo de detalles. Ya verás. Poco a poco, irán naufragando restos de mi historia contra la orilla de tu nueva vida, pedazos de recuerdos varados en la única playa del mundo sobre la que ya nunca más saldrá el sol. Y si me fue bien, tampoco tardarás mucho en enterarte, no te preocupes. Intentarán ensombrecer tu alegría echando mis supuestos éxitos como alcohol para tus heridas, y no dudarán en arrojártelo a quemarropa. Pero de nuevo te vendrá todo como a destiempo, inconexo y mal.

Qué sabrán ellos de tu alegría. Yo, que la he tenido entre mis manos y que la pude tutear como quien tutea a la felicidad, quizás. Pero ellos... nah.

A lo que iba.

Nadie puede imaginar lo que sentirás cuando sepas de mí. Nadie puede ni debe, hazme caso. Sentirás el dolor de esa ecuación que creímos resuelta, por ser incapaz de despejarla hasta el final. Sentirás el incordio de esa pregunta que jamás supo cerrar su signo de interrogación. Sentirás un qué hubiera pasado si. Y sobre todo, sentirás que algo entre nosotros continuó creciendo incluso cuando nos separamos. Un algo tan grande como el vacío que dejamos al volver a ser dos. Un algo tan pequeño como el espacio que un sí le acaba siempre cediendo a un no.

Pero tú aguanta. Resiste. Hazte el favor. Háznoslo a los dos. Que no se te note. Que nadie descubra esos ojos tuyos subrayados con agua y sal.

Eso sí, cuando sepas de mí, intenta no dar portazo a mis recuerdos. Piensa que llevarán días, meses o puede que incluso años vagando y mendigando por ahí, abrazándose a cualquier excusa para poder pronunciarse, a la espera de que alguien los acogiese, los escuchase y les diese calor. Son aquellos recuerdos que fabricamos juntos, con las mismas manos con las que construimos un futuro que jamás fue, son esas anécdotas estúpidas que sólo nos hacen gracia a ti y a mí, escritas en un idioma que ya nadie practica, otra lengua muerta a manos de un paladar exquisito.

Dales cobijo. Préstales algo, cualquier cosa, aunque sólo sea tu atención.

Porque si algún día sabes de mí, eso significará muchas cosas. La primera, que por mucho que lo intenté, no me pude ir tan lejos de ti como yo quería. La segunda, que por mucho que lo deseaste, tú tampoco pudiste quedarte tan cerca de donde alguna vez fuimos feliz. Sí, feliz. La tercera, que tu mundo y el mío siguen con pronóstico estable dentro de la gravedad. Y la cuarta, -por hacer la lista finita-, que cualquier resta es en realidad una suma disfrazada de cero, una vuelta a cualquier sitio menos al lugar del que se partió.

Nada de todo esto debería turbar ni alterar tu existencia el día que sepas de mí. Nada de todo esto debería dejarte mal. Piensa que tú y yo pudimos con todo. Piensa que todo se pudo y todo se tuvo, hasta el final.

A partir de ahora, tú tranquila, que yo estaré bien. Me conformo con que algún día sepas de mí, me conformo con que alguien vuelva a morderte de alegría, me basta con saber que algún día mi nombre volverá a rozar tus oídos y a entornar tus labios. Esos que ahora abres ante cualquiera que cuente cosas sobre mí.

Por eso, cuando sepas de mí, no seas tonta y disimula.

Haz ver que me olvidas.

Y me acabarás olvidando.

 De verdad.

- Risto Mejide

lunes, 29 de julio de 2013

Des/amores que matan

Lo miré, obteniendo un penetrante placer al hacerlo, un placer exquisito y a la vez doloroso, oro puro con un acerado punto de agonía: un placer como el que debe de sentir alguien que, a punto de morir de sed, descubre que las aguas del pozo están envenenadas, pero no puede resistirse a beberlas y colma su ansia de líquido con amargos tragos que le saben a gloria. 

Charlotte Brontë / "Jane Eyre"

lunes, 20 de mayo de 2013

Fermín Romero de Torres, genio y figura

- Ay granujilla, qué callado se lo tenía usted. Y qué niña, oiga, para cortar el tráfico. De un fino que de qué. Se conoce que ha ido a buenos colegios, aunque tenía un vicio en la mirada... Mire, si no tuviese yo el corazón robado por la Bernarda, porque no le he contado a usted todavía lo de nuestra merienda... chispas salían, oiga, chipas, que parecía la noche de San Juan...

- Fermín -le corté-. ¿De qué demonios está usted hablando?

- De su novia.

- Yo no tengo novia, Fermín.

- Bueno, ahora ustedes los jóvenes a eso lo llaman cualquier cosa, "güirlfriend" o...

- Fermín, rebobine. ¿De qué está hablando?

Fermín Romero de Torres me miró desconcertado, juntando los dedos de una mano y gesticulando al uso siciliano.

- A ver. Esta tarde, hará cosa de una hora u hora y media, una señorita de bandera pasó por aquí y preguntó por usted. Su padre de usted y servidor estábamos de cuerpo presente y le puedo asegurar sin lugar a dudas que la muchacha no tenía las pintas de ser un aparecido. Le podría describir a usted hasta el olor. A lavanda, pero más dulce. Como un bollito recién hecho.

- ¿Dijo acaso el bollito que era mi novia?

- Así, con todas las palabras no, pero sonrió como de refilón, ya sabe usted... y dijo que le esperaba el viernes por la tarde. Nosotros nos limitamos a sumar dos y dos.

- Bea... -murmuré yo.

- Ergo, existe -apuntó Fermín, aliviado.

- Si, pero no es mi novia

- Pues no sé a qué está usted esperando

- Es la hermana de Tomás Aguilar

- ¿Su amigo el inventor?

Asentí.

-Razón de más. Ni que fuese la hermana de Gil Robles, óigame; porque está buenísima. Yo en su lugar, estaría a la que salta.

- Bea ya tiene novio. Un alférez que está haciendo el servicio.

- Ah, el ejército, lacra y reducto tribal del gremialismo simiesto. Mejor, porque así puede usted ponerle la cornamenta sin remordimientos.

- Delira usted, Fermín. Bea se va a casar cuando el alférez termine el servicio.

- Pues mire usted por donde, a mí me da como que no, que ésa no se casa.

- Usted que sabrá.

- De mujeres, y de otros menesteres mundanos, bastante más que usted. Como nos enseña Freud, la mujer desea lo contrario de lo que piensa o declara, lo cual, bien mirado, no es tan terrible porque el hombre, como nos enseña Perogrullo, obedece por contra al dictado de su aparato genial o digestivo.


Carlos Ruiz Zafón / "La sombra del viento"

Lo difícil

"Uno puede enamorarse
-sin demasiado esfuerzo-
varias veces al día,
a nada
que se lo proponga
y se mueva un poco por ahí;
y si es verano, ni te cuento.

Enamorarse no tiene
mayor mérito.
Lo realmente difícil
-no conozco
ningún caso-,
es salir entero
de una historia de amor"

- Karmelo C. Iribarren; "Lo difícil"