miércoles, 17 de octubre de 2012

Jóvenes españoles por el mundo

No se van en trenes con maletas de cartón pero llevan sus bienes más preciados: un portátil, un móvil de última generación regalado por un familiar o conseguido a base de una lucha de puntos sin cuartel. Suelen tomar un vuelo de bajo coste, cazado pacientemente en las redes de Internet. Se van a hacer un máster, o han logrado una mal llamada beca Erasmus que costará a la familia la mitad de sus ahorros. Otras veces van a hacer de au-pair, de auxiliar de conversación, o a cualquier trabajo temporal. La familia va a despedirlos a la puerta de embarque y mientras se alejan disimularán unos su pena y otros su incipiente desamparo. "Es por poco tiempo -se dicen-. Dominarán el idioma, conocerán mundo... regresarán en pocos meses".

Hasta hace poco era un privilegio de los nuevos tiempos que les permitía gozar de una libertad sin límites, de un mundo sin fronteras, de una capacidad casi infinita de aprendizaje... Hasta que llegó la crisis y la maleta pareció distinta, la espera en la fila de embarque más embarazosa, la despedida más triste y el fantasma de la ausencia definitiva más cercano. 

No. No llevan maletas de cartón, ni hay aglomeraciones en el andén de la despedida. No se marchan en grupo, sino uno a uno. Aparentemente nada les obliga. Ha sido una cadena invisible de acontecimientos. Estuvieron allí hace unos años, o tienen una amiga que les ha informado de que puede encontrar algún trabajo con facilidad. No pagarán mucho, eso es seguro, pero podrán ganarse la vida con cierta facilidad... a fin de cuentas aquí no hay nada.

Y se marchan poco a poco, sin alboroto alguno. Un goteo incesante de savia nueva que sale sin ruido de nuestro país, desmintiendo la vieja quimera de que la historia es un caudal continuo de mejoras.

No hay estadísticas oficiales sobre ellos. Nadie sabe cuántos son ni adonde se dirigen. No se agrupan bajo el nombre oficial de emigrantes. Son, más bien, una microhistoria que se cuenta entre amigos y familiares. "Mi hija está en Berlín", "se ha marchado a Montpellier", "se fue a Dubai" son frases que escuchamos sin reparar en el significado exacto que comportan. Escapan a las estadísticas de la emigración porque suelen tener un nivel alto de estudios y no se corresponden con el perfil típico de lo que pensamos que es un emigrante. Quizá en las cuentas oficiales figuren como residentes en el extranjero, pero deberían aparecer como nuevos exiliados producto de la ceguera de nuestro país.

En los tiempos de crisis que detallan cada euro gastado nadie computa los centenares de miles de euros empleados en su formación y regalados a empresarios de más allá de nuestras fronteras con una torpeza sin límites, con una ignorancia sin parangón. Menos aún se cuantifican el esfuerzo de sus familias, las ilusiones perdidas y sus sueños rotos en mil pedazos.

No llevan maletas de cartón, pero componen un nuevo éxodo que azota especialmente a Andalucía, que dispersa a nuestros jóvenes por toda Europa y gran parte del mundo, que nos priva de su saber, de su aportación y de su compañía. Pero, aparentemente nadie se escandaliza por esta fuga de cerebros, lenta pero inexorable, que nos privará de muchos de nuestros mejores talentos. Nadie protesta por esta nueva oleada de exiliados que son una acusación silenciosa del fracaso y de engaño. Se van en silencio por el túnel de embarque en el que les alcanzará la melancolía por la pérdida temprana de su tierra.

No son, como dicen, una generación perdida para ellos mismos. No son los socorridos ni-nis que sirven para culpar a la juventud de su falta de empleo. Son una generación perdida para nuestro país y para nuestro futuro. Un tremendo error que pagaremos muy caro en forma de atraso, de empobrecimiento intelectual y técnico. Aunque todavía no lo sepamos. 


- Concha Caballero

domingo, 9 de septiembre de 2012

I know

"You could live a hundred lifetimes and not deserve him, you know"
                                                                                                       - Haymitch Abernathy

Suzanne Collins / "En llamas"

domingo, 2 de septiembre de 2012

"Yuan"

Era un día de pleno verano, cálido, lánguido, repleto de satisfacción y de sensación de seguridad, de estar a salvo, como si no hubiera nada malo en el mundo y nunca lo fuera a haber, como si la pena resultara extraña y no hubiera huérfano o viuda que hubiera pisado esa tierra sagrada en la que ambos se sentaban con la brisa del estío agitando sus cabellos, como si ningún pensamiento triste pudiera pasársele por la cabeza a ninguno de los seres vivos que respiraban aire y vida. Eran dos personas abrazadas por el verano y, de alguna forma, entre sí: la mera presencia de uno en este lugar completaba la del otro.

Baya-Dan tenía una palabra para esto. Una vez, hace mucho tiempo, cuando Amais no era sino una niña pequeña, baya-Dan había hablado del yuan, relaciones que estaban destinadas a suceder, gente que estaba condenada a conocerse, que tenía que encontrarse, que sin darse cuenta cambiarían las circunstancias del mundo en el que habitaban para que su camino se cruzara con el de esa otra persona, habiendo nacido ambos para compartir el mismo aire, la misma luz, el mismo día de verano. 

Alma Alexander / "Las cenizas del cielo"

sábado, 1 de septiembre de 2012

Miedo

"La emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el miedo, y el más antiguo y más intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido"

                                                                                                                             - Howard P. Lovecraft

miércoles, 4 de julio de 2012

Todo en caja

La vida es una mudanza que dura un dato. Ése que mide la distancia entre tu primera clínica y tu último hospital. Todo lo que te ocurra en medio, te ocurrirá entre la única vez que no ingreses por tu propio pie y la única vez que ya no haga falta que te den el alta. Y mientras tanto, pues nada, ahí estás, entrado y saliendo de vez en cuando, algunas por prevención, otras por sorpresa, otras por prescripción, la mayoría con miedo.

El caso es que escribo esto sentado sobre una de las cuarenta y pico cajas que contienen todo aquello que me ata, me lastra y, de algún modo, me posee. El caso es que escribo esto desde la diferencia entre lo que algún día tuve y lo que ya perdí, en definitiva, escribo esto apunto de mover todo lo que algún día decidí mantener. Y es que cuando te mudas, la memoria se cosifica. Todos tus recuerdos, emociones y sentimientos cristalizan en tres tipos de objetos.

En primer lugar están las cosas que creías tener. Las cosas que creías tener poseen un tamaño expansivo directamente proporcional a su velocidad, y si no, comprueba lo poco que ocupaban hasta el momento en el que decidiste cambiarlas de lugar. Si en algún arrebato de propiedad creíste que eran tuyas, vete preparando para desprenderte de las primeras candidatas a abandonarte y desaparecer por el trayecto. Son las cosas más parecidas a las personas, las echarás de menos sólo cuando ya sea demasiado tarde. 

En segundo lugar figuran las cosas que creías haber perdido. Las cosas que creías haber perdido tienen hoy la misma utilidad que las amantes de un marido enamorado en su noche de bodas. Es decir, ninguna. Fueron necesarias en su momento, seguramente reemplazadas por otras que tenías más a mano,. y relegadas más tarde a una incómoda posición de la que hoy tienen difícil salida. Por no decir, de nuevo, ninguna.

Por último, están las cosas que ni siquiera sabías que alguna vez tuviste. Son cosas que jamás has necesitado. La pregunta está más que clara. Si has vivido todos estos años sin ellas, para qué las guardas. Si jamás las echaste de menos, por qué las mantienes. Aquí nos suele asaltar algún tipo de valor absurdo e inexplicable que atribuimos al objeto, tasándolo sentimental o económicamente, sin que todo ello tenga demasiado sentido. Creemos que ses valor no puede ser desperdiciado y acabamos guardándolo de nuevo, en un por si acaso, en un vete a saber.

Meter tu pasado en una caja te da cuenta de lo frágiles que llegamos a ser. Lo dependientes que somos de lo que fuimos. Lo ingenuamente libres que nos pensamos. Lo mucho que deberíamos descomprar. O deshacer. O descubrir.

Quizá por eso la mudanza siga constando, año tras año, entre las principales causas de separación. Colisión múltiple de estrés, frustraciones, ataduras e incompatibilidades, todo junto en un camión, rumbo a ninguna parte. O quizá no. En fin, da igual. 

Lo que tengo claro es que hoy toca inventario de souvenirs para este único viaje de ida, que es mi existencia.

Hoy declaro diferencias entre esos 20 metros cúbicos y yo.

Hoy nada pesa lo que realmente ocupa.

Hoy todo en caja.


- Risto Mejide

domingo, 17 de junio de 2012

viernes, 8 de junio de 2012

Empleo y desempleo en el tiempo del miedo


La sombra del miedo muerde los talones del mundo, que anda que te anda, a los tumbos, dando sus últimos pasos hacia el fin de siglo. Miedo de perder: perder el trabajo, perder el dinero, perder la comida, perder la casa, perder: no hay exorcismo que pueda proteger a nadie de la súbita maldición de la mala pata. Hasta el más ganador puede, de buenas a primeras, convertirse en perdedor, un fracasado indigno de perdón y compasión.

¿Quién se salva del terror a la desocupación? ¿Quién no teme ser un naufrago de las nuevas tecnologías, o de la globalización, o de cualquier otro de los muchos mares picados del mundo actual? Los oleajes, furiosos, golpean: la ruina o la fuga de las industrias locales, la competencia de la mano de obra más barata de otras latitudes, o el implacable avance de las máquinas, que no exigen salarios, ni vacaciones, ni aguinaldo, ni jubilación, ni indemnización por despido, ni nada más que la electricidad que las alimenta.

El desarrollo de la tecnología no está sirviendo para multiplicar el tiempo del ocio y los espacios de libertad, sino que está multiplicando la desocupación y está sembrando el miedo. Es universal el pánico ante la posibilidad de recibir la carta que lamenta comunicarle que nos vemos obligados a prescindir de sus servicios en razón de la nueva política de gastos, o debido a la impostergable reestructuración de la empresa, o porque sí nomás, que ningún eufemismo alivia el fusilamiento. Cualquiera puede caer, en cualquier momento y en cualquier lugar; cualquiera puede convertirse, de un día para el otro, en un viejo de cuarenta años.

En su informe sobre los años 96 y 97, dice la OIT, la Organización Internacional del Trabajo, que «la evolución del empleo en el mundo sigue siendo desalentadora». En los países industrializados, el desempleo sigue estando muy alto y aumentan las desigualdades sociales, y en los llamados países en desarrollo, hay un progreso espectacular del desempleo, una pobreza creciente y un descenso del nivel de vida. «De ahí que cunda el miedo», concluye el informe. Y el miedo cunde: el trabajo o la nada. A la entrada de Auschwitz, el campo nazi de exterminio, un gran cartel decía: El trabajo libera. Más de medio siglo después, el funcionario o el obrero que tiene trabajo debe agradecer el favor que alguna empresa le hace permitiéndole romperse el alma día tras día, carne de rutina, en la oficina o en la fábrica. Encontrar trabajo, o conservarlo, aunque sea sin vacaciones, ni jubilaciones, ni nada, y aunque sea a cambio de un salario de mierda, se celebra como si fuera milagro. 

- Eduardo Galeano

miércoles, 6 de junio de 2012

Te espero

Te espero cuando la noche se haga día,
suspiros de esperanzas ya perdidas.
No creo que vengas,
lo sé, sé que no vendrás.

Sé que la distancia de hiere,
sé que las noches son más frías,
sé que ya no estás.

Creo saber todo de ti.
Sé que el día de pronto se te hace noche:
sé que sueñas con mi amor,
pero no lo dices,
sé que soy un idiota al esperarte
pues sé que no vendrás.

Te espero cuando miremos al cielo de noche:
tu allá,
yo aquí,
añorando aquellos días
en los que un beso marcó la despedida,
quizás por el resto de nuestras vidas.

Es triste hablar así.
Cuando el día se me hace de noche,
y la luna oculta ese sol tan radiante,
me siento solo, lo sé;
nunca supe de nada tanto en mi vida,
sólo sé que me encuentro muy solo,
y que no estoy allí.

Mis disculpas por sentir así,
nunca mi intención ha sido ofenderte.
Nunca soñé con quererte,
ni con sentirme así.

Mi aire se acaba como agua en el desierto,
mi vida se acorta pues no te llevo dentro.
Mi esperanza de vivir eres tú,
y no estoy allí.
¿Por qué no estoy allí?,
te preguntarás...
¿Por qué no he tomado ese bus que me llevaría a ti?
Porque el mundo que llevo aquí no me permite estar allí,
porque todas las noches me torturo pensando en ti.
¿Por qué no sólo me olvido de ti?
¿Por qué no vivo solo así?
¿Por qué no sólo...?

- Benedetti

martes, 24 de abril de 2012

Día del libro

"Macanudo" - Liniers

Así pasé todo el día de ayer... 
Con un poquito de retraso pero bueno, cualquier día es bueno para decir "feliz día del libro" :)

domingo, 1 de abril de 2012

Viajeros

"De adulta, he reconocido con frecuencia ese legado tan peculiar que el tiempo otorga al viajero: en anhelo de ver un lugar por segunda vez, de encontrar de manera deliberada aquello con lo que nos topamos en alguna ocasión anterior, para volver a capturar la sensación del descubrimiento. A veces, buscamos de nuevo un lugar que ni siquiera es notable en sí mismo. Lo buscamos porque lo recordamos, así de sencillo. Si lo encontramos, todo es diferente, por supuesto. La puerta tallada a mano sigue en su sitio, pero es mucho más pequeña. Hace un día nublado en lugar de glorioso. Es primavera en vez de otoño. Estamos solos y no con tres amigos. O todavía peor, estamos con tres amigos en lugar de solos"

- Elizabeth Kostova / "La historiadora"

lunes, 6 de febrero de 2012

Sincerándome

"No está en mi naturaleza ocultar nada. No puedo cerrar mis labios cuando he abierto mi corazón"
                                                                                                                              - Charles Dickens

Hoy, ducentésimo aniversario del nacimiento de Dickens, recuerdo esto. Más razón que un santo.

miércoles, 18 de enero de 2012

Sueño

"Y al fin te beso,
 fugazmente...

...y me despierto,
con el aroma del sueño
en mis labios.

Tu recuerdo,
entre otras cosas,
me provoca el hambre
que no sacian tus besos
ilusorios...

Por ser ilusión, tú te pierdes
y yo, sin ilusión, me levanto
y muerdo, con dulzura
la mandarina
que, desde anoche
lleva en mi mesilla esperando...

Así esperan mis labios tu boca,
como espera mi boca aquel gajo
anaranjado como tus cabellos,
esperanzador como tus ojos...

Saboreo tu verdosa mirada
y atardece el gusto por besarte
en mi garganta,
y anochece el misterio por darte,
entre dientes, dulces caricias,
y amanece, de nuevo, mi boca besando
tus once labios de mandarina"


- Alberto Guerra

domingo, 8 de enero de 2012

No te rindas

No te rindas, aún estás a tiempo
de alcanzar y comenzar de nuevo,
aceptar tus sombras, enterrar tus miedos,
liberar el lastre, retomar el vuelo.

No te rindas que la vida es eso,
continuar el viaje,
perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros y destapar el cielo.

No te rindas, por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se esconda y se calle el viento,
aún hay fuego en tu alma,
aún hay vida en tus sueños,
porque la vida es tuya y tuyo también el deseo,
porque lo has querido y porque te quiero.

Porque existe el vino y el amor, es cierto,
porque no hay heridas que no cure el tiempo,
abrir las puertas, quitar los cerrojos,
abandonar las murallas que te protegieron.

Vivir la vida y aceptar el reto,
recuperar la risa, ensayar el canto,
bajar la guardia y extender las manos,
desplegar las alas e intentar de nuevo,
celebrar la vida y retomar los cielos.

No te rindas por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se ponga y se calle el viento,
aún hay fuego en tu alma,
aún hay vida en tus sueños,
porque cada día es un comienzo,
porque esta es la hora y el mejor momento,
porque no estas sola,
porque yo te quiero.


- Mario Benedetti

lunes, 2 de enero de 2012

El fin de los besos

La noticia es del 30 de noviembre del ya pasado año, pero yo me vengo a enterar hoy de que la tumba de Oscar Wilde ha sido "restaurada" de todos esos besos anónimos que la cubrían. Me siento afortunada de haber podido visitar el lugar antes de esto, porque aunque no sea partidaria de que la gente escriba sobre obras artísticas (en este caso me refiero a la escultura de Jacob Epstein) y  menos en un lugar como un cementerio, en el caso de Père Lachaise, donde descansan tantos artistas, al menos para mí es diferente.

Lo que ocurría en la tumba de Wilde no era vandalismo, sino aprecio, respeto y amor. Recuerdo haberme pasado alrededor de una hora buscando la tumba, y quedarme más rato aun leyendo los pasajes de Wilde que alguien había escrito, admirada de que tantas mujeres hubieran dejado allí sus besos eternos. Ya hablé de esto, de lo que sentí al estar allí, y realmente la noticia me ha puesto triste. Pero pienso que una urna de cristal no es suficiente para frenar todo lo que vive en ese lugar.