Lo miré, obteniendo un penetrante placer al hacerlo, un placer exquisito y a la vez doloroso, oro puro con un acerado punto de agonía: un placer como el que debe de sentir alguien que, a punto de morir de sed, descubre que las aguas del pozo están envenenadas, pero no puede resistirse a beberlas y colma su ansia de líquido con amargos tragos que le saben a gloria.
Charlotte Brontë / "Jane Eyre"