jueves, 26 de mayo de 2011

Se deja de querer

Se deja de querer, y no se sabe por qué: Es como abrir la mano y encontrarla vacía, y no saber, de pronto, qué cosa se nos fue.

Se deja de querer, y es como un río cuya corriente fresca ya no calma la sed; como andar en otoño sobre las hojas secas, y pisar la hoja verde que no debió caer.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren; o como quien despierta recordando un camino, pero ya sólo sabe que regresó por él.

Se deja de querer, como quien deja de andar por una calle, sin razón, sin saber; y es hallar un diamante brillando en el rocío, y que, ya al recogerlo, se evapore también.

Se deja de querer, y es como un viaje detenido en la sombra, sin seguir ni volver; y es cortar una rosa para adornar la mesa y que el viento deshoje la rosa en el mantel.

Se deja de querer, y es como un niño que ve cómo naufragan sus barcos de papel; o escribir en la arena la fecha de mañana y que el mar se la lleve con el nombre de ayer.

Se deja de querer, y es como un libro que aún abierto hoja a hoja, quedó a medio leer; y es como la sortija que se quitó del dedo, y sólo así supimos que se marcó en la piel.

domingo, 8 de mayo de 2011

Indefinición

Pero, en definitiva, ¿qué es "lo nuestro"? Por ahora, al menos, es una especie de complicidad frente a los otros, un secreto compartido, un pacto unilateral. Naturalmente, esto no es una aventura, ni un programa, ni —menos que menos— un noviazgo. Sin embargo, es algo más que una amistad. Lo peor (¿o lo mejor?) es que ella se encuentra muy cómoda en esta indefinición.

- Mario Benedetti.  "La tregua"

miércoles, 4 de mayo de 2011

Pausa

De vez en cuando hay
que hacer una pausa
contemplarse a sí mismo
sin la fruición cotidiana examinar
el pasado rubro por rubro
etapa por etapa, baldosa por baldosa
y no llorarse las mentiras
sino cantarse las verdades.

- Mario Benedetti

domingo, 1 de mayo de 2011

Cuarto

Fue una espera interminable. No sé cuánto tiempo pasó en los relojes, de ese tiempo anónimo y universal de los relojes, que es ajeno a nuestros sentimientos, a nuestros destinos, a la formación o al derrumbe de un amor, a la espera de una muerte. Pero de mi propio tiempo fue una cantidad inmensa y complicada, lleno de cosas y vueltas atrás, un río oscuro y tumultoso a veces, y a veces extrañamente calmo y casi mar inmóvil y perpetuo donde María y yo estábamos frente a frente contemplándonos estáticamente, y otras veces volvía a ser río y nos arrastraba como en un sueño a tiempos de infancia y yo la veía correr desenfrenadamente en su caballo, con los cabellos al viento y los ojos alucinados, y yo me veía en mi pueblo del sur, en mi pieza de enfermo, con la cara pegada al vidrio de la ventana, mirando la nieve con ojos también alucinados.

- Ernesto Sabato / "El túnel"


Un poco más de gris ha invadido el mundo. Uno más, y van cuatro.
D.E.P