domingo, 2 de septiembre de 2012

"Yuan"

Era un día de pleno verano, cálido, lánguido, repleto de satisfacción y de sensación de seguridad, de estar a salvo, como si no hubiera nada malo en el mundo y nunca lo fuera a haber, como si la pena resultara extraña y no hubiera huérfano o viuda que hubiera pisado esa tierra sagrada en la que ambos se sentaban con la brisa del estío agitando sus cabellos, como si ningún pensamiento triste pudiera pasársele por la cabeza a ninguno de los seres vivos que respiraban aire y vida. Eran dos personas abrazadas por el verano y, de alguna forma, entre sí: la mera presencia de uno en este lugar completaba la del otro.

Baya-Dan tenía una palabra para esto. Una vez, hace mucho tiempo, cuando Amais no era sino una niña pequeña, baya-Dan había hablado del yuan, relaciones que estaban destinadas a suceder, gente que estaba condenada a conocerse, que tenía que encontrarse, que sin darse cuenta cambiarían las circunstancias del mundo en el que habitaban para que su camino se cruzara con el de esa otra persona, habiendo nacido ambos para compartir el mismo aire, la misma luz, el mismo día de verano. 

Alma Alexander / "Las cenizas del cielo"

2 comentarios:

JOAN dijo...

En otras cosas no, pero en el amor es bonito creer en el destino, en la voluntad del cosmos por juntarte con aquella persona especial :)

Un placer estar por aquí de nuevo!!

Abrazos!!

Iréz dijo...

Aún me falta mucho para volver a creer en el amor, pero vamos haciendo camino.

Hablamos cuando quieras, precius :) Y lo sabes :)