lunes, 20 de mayo de 2013

Fermín Romero de Torres, genio y figura

- Ay granujilla, qué callado se lo tenía usted. Y qué niña, oiga, para cortar el tráfico. De un fino que de qué. Se conoce que ha ido a buenos colegios, aunque tenía un vicio en la mirada... Mire, si no tuviese yo el corazón robado por la Bernarda, porque no le he contado a usted todavía lo de nuestra merienda... chispas salían, oiga, chipas, que parecía la noche de San Juan...

- Fermín -le corté-. ¿De qué demonios está usted hablando?

- De su novia.

- Yo no tengo novia, Fermín.

- Bueno, ahora ustedes los jóvenes a eso lo llaman cualquier cosa, "güirlfriend" o...

- Fermín, rebobine. ¿De qué está hablando?

Fermín Romero de Torres me miró desconcertado, juntando los dedos de una mano y gesticulando al uso siciliano.

- A ver. Esta tarde, hará cosa de una hora u hora y media, una señorita de bandera pasó por aquí y preguntó por usted. Su padre de usted y servidor estábamos de cuerpo presente y le puedo asegurar sin lugar a dudas que la muchacha no tenía las pintas de ser un aparecido. Le podría describir a usted hasta el olor. A lavanda, pero más dulce. Como un bollito recién hecho.

- ¿Dijo acaso el bollito que era mi novia?

- Así, con todas las palabras no, pero sonrió como de refilón, ya sabe usted... y dijo que le esperaba el viernes por la tarde. Nosotros nos limitamos a sumar dos y dos.

- Bea... -murmuré yo.

- Ergo, existe -apuntó Fermín, aliviado.

- Si, pero no es mi novia

- Pues no sé a qué está usted esperando

- Es la hermana de Tomás Aguilar

- ¿Su amigo el inventor?

Asentí.

-Razón de más. Ni que fuese la hermana de Gil Robles, óigame; porque está buenísima. Yo en su lugar, estaría a la que salta.

- Bea ya tiene novio. Un alférez que está haciendo el servicio.

- Ah, el ejército, lacra y reducto tribal del gremialismo simiesto. Mejor, porque así puede usted ponerle la cornamenta sin remordimientos.

- Delira usted, Fermín. Bea se va a casar cuando el alférez termine el servicio.

- Pues mire usted por donde, a mí me da como que no, que ésa no se casa.

- Usted que sabrá.

- De mujeres, y de otros menesteres mundanos, bastante más que usted. Como nos enseña Freud, la mujer desea lo contrario de lo que piensa o declara, lo cual, bien mirado, no es tan terrible porque el hombre, como nos enseña Perogrullo, obedece por contra al dictado de su aparato genial o digestivo.


Carlos Ruiz Zafón / "La sombra del viento"

2 comentarios:

Iréz dijo...

Hace un millón de años que leí el libro, pero guardo un excelente recuerdo de él. Testigo es el texto que has puesto ;)

PD:Que mono tengo de leer durante horas, y horas.

JOAN dijo...

Justamente estos días estoy submergido en la lectura de este gran libro!!

saludos desde el Taller :)