lunes, 25 de agosto de 2008

Celebración de la fantasía

Fue a la entrada del pueblo de Ollantaytambo, cerca del Cuzco. Yo me había despedido de un grupo de turistas y estaba solo, mirando de lejos las ruinas de piedra, cuando un niño del lugar, enclenque, haraposo, se acercó a pedirme que le regalara una lapicera. No podía darle la lapicera que tenía, por que la estaba usando en no sé que aburridas anotaciones, pero le ofrecí dibujarle un cerdito en la mano.

Súbitamente, se corrió la voz. De buenas a primeras me encontré rodeado de un enjambre de niños que exigían, a grito pelado, que yo les dibujara bichos en sus manitas cuarteadas de mugre y frío, pieles de cuero quemado: había quien quería un cóndor y quién una serpiente, otros preferían loritos o lechuzas y no faltaba los que pedían un fantasma o un dragón.

Y entonces, en medio de aquel alboroto, un desamparadito que no alzaba mas de un metro del suelo, me mostró un reloj dibujado con tinta negra en su muñeca:

- Me lo mandó un tío mío, que vive en Lima -dijo

- ¿Y anda bien? -le pregunté

- Atrasa un poco -reconoció.


Eduardo Galeano / "El libro de los abrazos"

2 comentarios:

Aprendiz dijo...

Vivir chupando la fantasía es un buena opción. Soñar nunca esta de más. Te lo digo yo, aunque no sepa soñar.

laura dijo...

porque yo nunca habia accedido a este espacio?????!!?!?

ais!

me encanta este cuento de galeano, me puso los pelos de punta la primera vez que lo lei, y cada vez que tardo un tiempo en releerlo

:)