lunes, 2 de enero de 2012

El fin de los besos

La noticia es del 30 de noviembre del ya pasado año, pero yo me vengo a enterar hoy de que la tumba de Oscar Wilde ha sido "restaurada" de todos esos besos anónimos que la cubrían. Me siento afortunada de haber podido visitar el lugar antes de esto, porque aunque no sea partidaria de que la gente escriba sobre obras artísticas (en este caso me refiero a la escultura de Jacob Epstein) y  menos en un lugar como un cementerio, en el caso de Père Lachaise, donde descansan tantos artistas, al menos para mí es diferente.

Lo que ocurría en la tumba de Wilde no era vandalismo, sino aprecio, respeto y amor. Recuerdo haberme pasado alrededor de una hora buscando la tumba, y quedarme más rato aun leyendo los pasajes de Wilde que alguien había escrito, admirada de que tantas mujeres hubieran dejado allí sus besos eternos. Ya hablé de esto, de lo que sentí al estar allí, y realmente la noticia me ha puesto triste. Pero pienso que una urna de cristal no es suficiente para frenar todo lo que vive en ese lugar.


3 comentarios:

JOAN dijo...

Estoy contigo, pero no me sorprende... Hace tiempo que se castiga la creatividad, los sentimientos sinceros! Todo se rige por un patrón encorsatado.

Feliz año y un abrazo!!

Carlos dijo...

Conozco el lugar... Y, sí, con esos besos es mucho mucho más intereante.

Dcamps dijo...

Una lástima. Queda el consuelo de saber que una urna de cristal no podrá frenar el fuego de tantos besos.