domingo, 28 de septiembre de 2008

Four Rooms: El ático (Parte II)


N: Bien tío, empieza.
 
T: Un bloque de madera.
 
C.R: Continua
 
T: Tres clavos
 
N: ¿Porqué tres?
 
C.R: Es como lo pidió Peter Lorre. Vamos, sigue.
 
T: Un ovillo de bramante
 
C.R: Vaya, está claro que es un ovillo de bramante. ¡Sigue!
 
T: Una cubitera... con hielo.
 
C.R: ¿Estás de acuerdo?
 
N: Lo estoy
 
C.R: ¡Muy bien! ¡Sigue!
 
T: Un donut
 
C.R: Es para mi
 
T: Un delicioso sandwich de pollo
 
A: Eso es para mí
 
T: Y... ¡un trinchante!
 
C.R: Un trinchante tan afilado como el mismísimo diablo, eso fue lo que pedí.
 
T: Bueno señor... Chester, júzguelo usted mismo.
 
N: No, nononono. Yo lo juzgaré.
 
T: Cuidado, señor.
 
C.R: ¿Qué opinas?
 
N: Está afilado el cabrón. Coge los clavos y el bramante, y lleva toda esa mierda a la barra. ¡Date prisa tío!
 
C.R: Ya le has oído Ted, adelante.
 
L: (Teléfono) Estoy de acuerdo, es mi trabajo y tú lo sabes muy bien. El quería salir hasta tarde y no pude negarme, quería salir al Monkey Bar. ¡No me grites! Yo no te grito. ¡Yo no! ¡Yo no te grito, eres tú la que berrea, joder! No me cuelgues. Ellen, no me cuelgues. Por favor, no me cuelgues. ¡Maldita sea, te juro por dios que si me cuelgas, zorra chupa pollas de Nueva York...! Más te vale que la otra llamada sea de verdad porque voy a pedir el divorcio!
 
N: ¡Leo! ¡Leo!
 
L: ¡Joder! ¡Vaya mierda tío! Pero bueno ¿qué coño le pasa? ¿qué coño le pasa a esa puta zorra? Voy a coger un puto coche, iré a su puta calle de Mulholland y la arrastraré por el puto culo hasta tirarla por el puto Cañón Bénedcit, tío!
 
N: ¿Y aún sigues casado?
 
L: ¡Si! Ahora ya no lo sé, joder. Te lo juro Norman, te lo juro por lo que más quieras pero... ¿qué le pasa? trato a esa zorra mejor que a una reina, tú lo sabes.
 
N: Sí lo se
 
L. He bebido demasiado, pero estamos en Nochevieja. ¡Nochevieja! Y no puedo ir a casa, Ellen, lo siento joder! Lo siento mucho! ¿Qué quieres? ¿Que suba a mi maravilloso coche y atropelle a siete críos? Eso estaría de puta madre. ¿Pero qué coño le pasa a esa tía? ¡Joder! (...) ¿Qué coño es esto?
 
T: Una madera, una cubitera y un trinchante
 
L: No me jodas! Chester qué pasa?
 
C.R: Seguimos ofreciéndole el hombre de rio, que ya se estaba emitiendo.
 
L: Vaya se me ha puesto dura la polla! Norman, vas a hacer esa mierda?
 
N: ¡Claro que lo haré!
 
L: Chico, eres mi héroe preferido
 
A: Espero que esté bien, han hablado de ese tema toda la noche.
 
N: No lo dudes, es estupendo.
 
T: Bien pues... en fin... si eso es todo... me marcho otra vez abajo, señor.
 
C.R: No tan deprisa. Vamos a volver a la barra, nos quedaremos allí y presenciaremos el espectáculo bien sentaditos. Leo, siéntate en el taburete rojo, vamos, siéntate tú también. Mientras tanto explicaré los festejos que vamos a ver esta noche. Muy bien.
 
T: Señor, ¿puedo decirle algo al oído?
 
C.R: Claro, claro, claro.
 
N: Ecoutez-moi.
 
L: ...trato a esa zorra mejor que a una reina...
 
N: Eso no sirve tío, tratarla como a una reina. Se ha llevado tu dinero y acabará quedándose a tus hijos.
 
T: ¡Mientras no destrocen los muebles hagan lo que quieran, destrócenlo todo!
 
C.R: Bueno, bueno... espera, déjame explicarte de que estamos hablando
 
T: No, señor, no tiene porqué explicarme nada. Todo lo que signifique pasarlo bien, por lo que a ustedes respecta, bueno, es asunto suyo.
 
C.R: Te equivocas, también es asunto tuyo Ted, porque queremos que participes.
 
T: ¿Participar en qué?
 
L: Esa forma de soltarle las noticias despacio lo está acojonando.
 
C.R: ¿Tú crees? Bien amigos, vamos allá ¿vale? Empecemos: en primer lugar, Ted, has de saber que no hay nada homosexual en lo que queremos que hagas. Lo digo por si creías que queríamos que hicieras alguna cosa sexual rara como chupárnosla, mearte encima de nosotros y guarradas así, ¡pero no! Nada más lejos de la verdad.
 
A: ¿Puedo intervenir un segundo?
 
C.R: No, no... verás, mi forma de contárselo puede que de la vuelta al mundo pero es el viaje lo que vale la pena, ¿de acuerdo?
 
A: Si, pero el chico ya lleva aquí un cuarto de hora y tú, en fin, has hablado de todo menos...
 
C.R: ¿Y qué más te da?
 
N: ¿Porqué no cierras el pico, zorra?
 
A: ¿Zorra?
 
N: ¡Zorra!
 
A: mmm, disculpa, ¿no te paga por chuparle la polla, chico del corcho?
 
N: Guau!
 
C.R: Ohh, ¡chico del corcho tío! Bonito apodo, ya veo una nueva tarjeta de visita.
 
L: Con la venia del tribunal, permitidme presentarle nuestras intenciones a Theodore.
 
N: ¡Apoyo la moción!
 
C.R: ¡Muy bien! Yo propongo que la moción concluya! El tribunal es tuyo, Leo.
 
 L: Gracias Chester. Ted, ¿has visto alguno de los episodios de Alfred Hitchcock?
 
T: Si, señor.
 
L: ¿Has visto el que se titulaba "El hombre del rio" con Peter Lorre y Steve McQueen? ... ¡Si lo hubieras visto lo recordarías , "El hombre de río". Pero vayamos al grano: Peter Lorre se apuesta con Steve McQueen a que Steve McQueen no puede encender su mechero diez veces seguidas. Bien, si consigue encender su mechero diez veces seguidas ganará el coche nuevo de Peter Lorre, pero, si no encendiera su mechero diez veces seguidas, Peter Lorre tendría que cortarle el dedo meñique a Steve McQueen. Norman y Chester acaban de hacer la misma apuesta. Norman ha apostado su meñique a que puede encender su mechero diez veces seguidas. Si lo hace ganará el Chevy Chevelle de 1964 de Chester, un precioso coche rojo. Y si no, perderá el meñique. ¿Qué te parece?
 
T: Están borrachos
 
L: Por supuesto, ¡claro que estamos borrachos! por eso estamos aquí. Pero no significa que no sepamos de qué coño hablamos.
 
N: Voy a decirte de qué coño hablamos. ¡Voy a decirte de qué coño hablamos! Verás, yo conduzco un puto Honda que me vendió mi hermana, ¿oyes lo que te digo? un pequeño coche blanco de la casa Honda, un civic. ¿Ves esta mierda? La nueva estrella más popular de Hollywood junto al coche más popular de América.
 
C.R: Es mi coche
 
N: ¿Estás escuchando? ¡Dime! ¡Joder! ¿¡me estás escuchando o no!? Pues echa un buen vistazo a esa máquina de ahí con la que está de pie este hijoputa de aquí. Este es un modelo del 64 color burdeos! Un precioso Chevy Chevelle. Y yo adoro ese coche más que mis caderas, los labios o las puntas de los dedos. Estábamos aquí, celebrándolo, poniéndonos ciegos, bebiendo champagne.
 
C.R: Bebiendo Cristal. Verás cuando bebes champagne, bebes champagne y cuando bebes Cristal debes decir que bebes Cristal.
 
N: Sean lo que sean esos meados de burra los estábamos bebiendo, y estábamos viendo la tele cuando ¡eh, eh, eh! de repente pillamos a Steve McQueen y a Peter Lorre en plan de tíos duros
 
C.R: ¡Tíos duros!
 
N: ¡Tíos duros! Entonces yo miro a ese cabrón con pinta rara y le digo: "yo haría eso con el Chevelle"
 
L: Y ahora es cuando Chester dice...
 
C.R: Uhhh, ¿en serio?
 
T: En mi opinión no harían algo tan estúpido a menos que estuvieran como cubas.
 
L: Sabes que estamos borrachos
 
N: Eso no hace falta decirlo, porque si no lo estuviéramos nos acojonaríamos. Cuando estás ciego no mientes, dices la puta verdad. ¿Y quieres saber cuál es la puta verdad? La puta verdad es que mi afortunado Zippo me va a hacer ganar el fabuloso coche de Chester.
 
C.R: Lo que nos lleva a tu papel en esta pequeña apuesta.
 
T: Yo no tengo ningún papel, señor.
 
C.R: Como mi anciano abuelo solía decir: cuanto menos hable un hombre de sus cosas menos probable es que parezca idiota cuando se las recuerden.
 
T: Eso es inteligente
 
C.R: Gracias, gracias, gracias. Hay algunos obstáculos que salvar en esta empresa, aparte de los evidentes. El primero es el hecho de que yo no soy Peter Lorre en esa película de televisión, no soy un chiflado que viaja por el país coleccionando dedos. Aquí todos somos colegas, nadie quiere que Norman pierda el dedo... sólo queremos trinchárselo. Si el destino no sonríe a Norman le pondremos el dedo el hielo y lo lleváramos al hospital donde con toda probabilidad volverán a cosérselo.
 
T: Esperemos que sea así


L: Si a aquel tío le cosieron la polla podrán coserle el meñique a Norman, ¿no?
 
C.R: Si, no será difícil.
 
T: Si, es posible.
 
C.R: Verás, Norman se ha ocupado de todo lo que hay que hacer, el hombre ha cuidado sus intereses. Mis intereses, por otra parte, no se han cuidado. Yo estoy unido emocionalmente a mi coche como Norman lo está físicamente a su dedo. Es una máquina realmente cara la que pongo en este apuesta, y en fin, si pierdo, pierdo, no tengo ningún problema con eso, ya soy mayorcito, sé exactamente que coño hago. Pero si gano, quiero ganar ¿de acuerdo?. Si Norman enciende su bonito mechero diez putas veces seguidas no va a tener ningún problema emocional para coger las llaves de mi coche. Pero si gano yo... bueno, no es imposible que en el último minuto ni Leo ni yo seamos capaces de empuñar el hacha.
 
T: El trinchante, señor
 
C.R: El trinchante. Lo que nos lleva de nuevo a ti, Ted. El clarividente Ted. El sobrio Ted.
 
L: El desconocido Ted.
 
N: El imparcial Ted.
 
C.R: Nos acabas de conocer y te importamos un carajo, ¿verdad? Precisamente por eso queremos que tú seas el verdugo.
 
A: Vaya nochecita ¿eh Ted?
 
T: ¡Tengo que irme!



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